También conocida como la edad escolar, de los 5 a los 12 años se presentan importantes cambios en el desarrollo de los infantes, es un momento crucial para motivar el hábito de la actividad física.
En la actualidad uno de los grandes desafíos para padres de familia y cuidadores de los niños y las niñas es evitar el uso excesivo de pantallas que no solo inciden en una vida más sedentaria trayendo consigo problemas relacionados con la obesidad y la fatiga mental entre otros.
La organización mundial de la salud cataloga la formación en educación física como una de las áreas fundamentales en el desarrollo de niños y adolescentes por lo que es de obligatoria inclusión en los programas de colegios, no obstante, en la mayoría de las ocasiones esta práctica se limita a una sesión semanal, lo que resulta insuficiente para el desarrollo integral de los más pequeños, siendo necesario aumentar la frecuencia de estas actividades.
La actividad física en la etapa escolar está enfocada en el fortalecimiento de desarrollo de capacidades motrices, y se puede realizar mediante actividades como correr, saltar, jugar con balones, o con la práctica de deportes de conjunto e individuales como el fútbol, el basquetbol y la natación.
Se recomienda que en estas edades en dónde se forjan la mayoría de hábitos para la vida, se incluya la práctica diaria de al menos 60 minutos diarios de entrenamiento físico.
Formar en nuestros niños el hábito de la actividad física regular trae consigo grandes beneficios no solo a nivel físico como el fortalecimiento de los músculos, sistema cardiovascular, fuerza, coordinación, velocidad y resistencia; sino que adicionalmente en la esfera cognitiva y mental los saldos de la actividad física también son bastante positivos, promoviendo además la autoestima, capacidad de socialización, cumplimiento de metas y disciplina.
Está demostrado que en el largo plazo aquellas personas que tienen el hábito de ejercitarse, incluso desde edades iniciales de la vida padecen menos enfermedades relacionadas con el sistema cardiovascular y óseo, además de tener menos índices de obesidad, diabetes, hipertensión y en general una mejor memoria.
Por otra parte, hacer del entrenamiento una actividad familiar fortalece la relación entre todos los miembros de la familia generando lazos afectivos más sólidos y hábitos de vida más saludables, no se debe olvidar acompañarlo de una alimentación balanceada acorde con los requerimientos nutricionales propios de cada edad y de una constante hidratación.
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